Impulsar la lucha por la conciencia revolucionaria

Editorial del FAR

“En realidad, se puede “elevar la actividad de la masa obrera” únicamente a condición de que no nos limitemos a hacer “agitación política sobre el terreno económico”. Y una de las condiciones esenciales para esa extensión indispensable de la agitación política consiste en organizar denuncias políticas omnímodas. Sólo con esas denuncias pueden infundirse conciencia política y actividad revolucionaria a las masas”. Lenin, Que Hacer.

Las jornadas de diciembre (12, 13, 14 y 18) demostraron el actual estado de ánimo y disposición a la lucha del pueblo trabajador. Esas heroicas manifestaciones asestaron un duro golpe al gobierno, pero también a la oposición patronal y la burocracia sindical, quienes tuvieron una mínima e irrelevante presencia, y otros directamente ni fueron parte de las combativas manifestaciones que pusieron en evidencia la debilidad de Macri y Cambiemos.

Hay un acuerdo generalizado en la caída de la imagen del gobierno producto del convulsionado mes de diciembre. Lo que se debate es si es coyuntural o si trata de un fenómeno que llegó para quedarse. Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), sostiene que “a esta altura de los acontecimientos no puede decirse que es una simple cuestión coyuntural. Las inversiones no llegan, la economía no arranca, la Argentina se endeuda cada día más, lo que se gana no alcanza para llegar a fin de mes, la temida inflación está con fuerte tendencia al crecimiento y además hay una sensación de que la marcha de economía tiene un rumbo impredecible” (Página 12, 29/01).

En este agitado contexto, el deber de todos las organizaciones y grupos con intención revolucionaria es analizar la profundidad de la crisis y el estado de animo de las masas para tratar de ser lo más eficientes posible a la hora de definir la táctica y las tareas, no sólo para resistir el ajuste, sino junto con ello, aportar al desarrollo de la conciencia de clase, en pos de avanzar en el seno de las masas hacia una conciencia revolucionaria y socialista. Es decir, la táctica no puede estar escindida de la estrategia.

Decimos esto porque previo a las elecciones, tanto las PASO como las de octubre, desde nuestra organización y otras, y varios analistas políticos, planteábamos que el gobierno aun ganando las elecciones no estaba en condiciones de avanzar fácilmente con la aplicación del ajuste. Uno de estos analistas, Raúl Aragón, en el mes de mayo planteaba (como salida para la burguesía) la necesidad de concretar un gran acuerdo nacional entre todas las fuerzas políticas patronales, la burguesía y la burocracia sindical. Sin ese acuerdo, expresó, que “así como está, si hace el ajuste le explota la sociedad y si no hace el ajuste le explota la economía”.

El problema surge en cuanto a la imposibilidad de concretar el acuerdo entre todas las fuerzas políticas y sindicales. Por un lado está la crisis institucional expresada (en este caso) en la descomposición de las estructuras partidarias tradicionales: el PJ atraviesa la mayor crisis de su historia, donde lo que está en debate es, si es terminal o no, pero no hay dudas de que es casi imposible de que vuelva a ser lo que fue. El otro sector que atraviesa una crisis en aumento, es la CGT. Es decir, el gobierno por un lado se “beneficia” de una oposición débil, pero por otro lado, es un grave problema porque el grado de dispersión de la oposición patronal le impide formalizar y sostener pactos de gobernabilidad. 

Sin embargo, el factor fundamental que imposibilita concretar acuerdos, no es la falta de voluntad de la oposición, ni de la burocracia sindical, sino más bien, que la causa y el principal motivo es el estado de ánimo y de lucha de las masas. Ese estado de ánimo de las masas y la predisposición de lucha, quedaron en evidencia en el mes de diciembre, en las combativas jornadas del 12, 14 y 18. Esas jornadas hicieron tornar el escarmiento, al punto de que legisladores de Cambiemos temieron por sus vidas, según publicó Ámbito Financiero (10/01): “Literalmente sufrieron pánico y temor a que los incidentes se desmadraran y los manifestantes ingresaran al recinto a lincharlos. -Me está escribiendo mi familia. ¿Nos van a venir a matar?-, preguntaban atemorizados”.

Y si bien no se pudo impedir que se apruebe la reforma previsional, generó semejante costo político al gobierno, a la oposición patronal y a la burocracia sindical, logrando que no puedan tratar ni aprobar (por lo menos por ahora) la reforma laboral. Es decir, se condicionó a todos: la CGT le tuvo que quitar el apoyo a la reforma anti-obrera para intentar evitar seguir perdiendo más legitimidad; el PJ planteó que si la CGT no se hacía cargo, no la votaban; y el gobierno no tuvo otra opción que echarse también para atrás: primero planteó tratarlas en sesiones extraordinarias, y ahora propone aprobarla por tramos, sin que ello aún sea garantía de éxito para Cambiemos.

La crisis económica

Si bien el gobierno hace anuncios rimbombantes acerca del rumbo económico, el crecimiento es muy escueto, sin que haya señales de una recuperación sustentable, sino más bien todo lo contrario. Mientras empeoran todas las variables de la macroeconomía: aumenta el déficit fiscal y comercial; la quita de subsidios dispara las tarifas de luz, agua, gas y transporte, las cuales junto con la devaluación, aceleran la inflación.

El cambió de estrategia de fines del 2018, cuando el ejecutivo obligó al BCRA modificar la meta de inflación, con la intención de bajar las tasas de interés en pesos y devaluar para poder ser más competitivos e intentar mejorar la exportación, no resuelve la crítica situación. Por ahora, lo único que se observa es una aceleración de la inflación, con el riesgo de que se atrase el dólar, nuevamente, lo que lleva a un círculo vicioso irresoluble. No hace más que empeorar el poder adquisitivo del pueblo trabajador, para garantizar las ganancias de una minoría.

La causa de la crisis económica es la crisis internacional y los límites del capitalismo local en cuanto a la menor productividad relativa y baja competitividad comparada con los capitales de otros países. Es decir, es más caro producir en Argentina. Y peor aún, el último año se ha encarecido: “el costo de la producción se mantiene por sobre los niveles registrados en enero de 2016” (Ámbito Financiero 08/02). Por eso la necesidad urgente del gobierno de bajar el costo laboral, sin que ello sea garantía revertir el rumbo.

Esta baja competitividad es la causa del déficit comercial (que fue record al año pasado), a lo que se debe agregar la tendencia al proteccionismo en el mundo producto de la crisis internacional. Ese también es el motivo del fracaso de la gira de Macri por Davos y del encuentro con Macron, quien en una conferencia de prensa le manifestó en la cara al presidente argentino, que no habrá acuerdo para la exportación de carne. Otro bochorno más!

El otro déficit es el fiscal, que al contrario del anuncio por parte del gobierno de su reducción, “en los hechos fue casi igual que el año anterior y la razón fueron los intereses de la cada vez más abultada deuda pública. De esa manera, los $ 404.142 millones de saldo negativo que dejó la comparación entre ingresos y gastos de la administración pública se engrosaron en $ 224.907 millones por el pago de intereses. Así, el total del déficit financiero trepó a $ 629.050 millones, el equivalente al 6,1% del PBI. (Tiempo Argentino 20/01)

El gobierno viene cubriendo el rojo gemelo con deuda, lo que le genera cada vez más intereses. Esta situación es más que peligrosa si tenemos en cuenta que la suba de tasas de intereses de los bonos norteamericanos encarece la deuda que necesita tomar argentina. Marcelo Bonelli lo describe de la siguiente manera: “un fuerte e hipotético encarecimiento del crédito obligaría a un temible maxi-ajuste”. (Clarín 09/02).

Esta situación ya había sido advertida por el FMI sobre todo a los países como el nuestro que necesitan tomar mucha deuda. Maurice Obstfeld, consejero económico y director de Investigación del FMI, expresó textualmente que “la crisis financiera mundial puede parecer firmemente rezagada, pero sin una acción inmediata para abordar los impedimentos de crecimiento estructural, mejorar la inclusión y crecimiento y construir amortiguadores de políticas y resiliencia, la próxima recesión vendrá antes de lo esperado y será más difícil de combatir”. (Página 12 del 23/01)

Desde la concepción de la burguesía, la forma de intentar resolver los “desequilibrios macroeconómicos” es mediante el ajuste al pueblo trabajador, es decir, abaratar el costo laboral mediante salarios más bajos, precarizar aún más las condiciones laborales, despidos y aumentos de las tarifas. Este ajuste viene siendo brutal, pero para el poder económico es insuficiente, por eso lo caracterizan como gradual. El déficit se cubre con deuda, la cual, está en riesgo. Pero aún si se mantiene una situación financiera internacional estable, no se puede vivir de prestado eternamente. Esto quiere decir que el gobierno va a intentar seguir ajustando a la clase obrera, con mayor o menor intensidad de acuerdo a la situación internacional, pero también a la heroica resistencia del pueblo trabajador argentino.

Un gobierno a la defensiva

El gobierno ha perdido toda iniciativa política, más bien está a la defensiva. La batalla del pueblo contra la reforma previsional, los tarifazos y los escándalos de Triaca y Etchevehere, obligaron al ejecutivo a tomar una medida simbólica de reducir un 25 % el costo de los cargos políticos, congelando el sueldo de los funcionarios y prohibiendo que los familiares de los ministros tengan cargos en el ejecutivo.

Por otro lado, la burocracia sindical está presionada por un lado por las bases, y por el otro por el gobierno que intenta disciplinarlos con causas judiciales. En la disputa con Moyano también está en juego la enorme deuda que este tiene con la AFIP por medio de OCA. Tanto el gobierno como el líder camionero, intentan arrastrar a las masas para defender sus propios intereses, que son otros que seguir enriqueciéndose a costa de la pobreza de la mayoría.

Sin embargo, en el marco del acrecentamiento de las luchas y la radicalidad, el principal objetivo de la burguesía es el disciplinamiento de la izquierda y los sectores que luchan por medio de la represión abierta, el encarcelamiento, los procesamientos, y el control social de la juventud impulsada por la doctrina del gatillo fácil. Esta situación se va a ir intensificando a medida que avance el ajuste y la respuesta de más luchas por parte del pueblo trabajador. Por eso es necesario desarrollar la autodefensa. Otro aspecto a tener en cuenta es la debilidad también de todo el arco de la oposición patronal, que si bien crítica al gobierno, lo hace especulando para las elecciones del 2019.

Las luchas de los trabajadores

Como veníamos expresando, si el ajuste gradual de los dos primeros años de gestión de Cambiemos tuvo como respuesta masivas movilizaciones, la necesidad del gobierno de profundizarlo, tendería a luchas más radicales. Eso es lo que se vio en diciembre y lo que se expresa en los actuales conflictos de FANAZUL y los mineros de Rio Turbio, donde la lucha de los trabajadores ha sido apoyada por puebladas. También hay que destacar las luchas del POSADAS, el INTI, STOCKL, Cresta Roja, etc. A estas hay que agregar el aumento de los piquetes: “en tan solo el primer mes de 2018 aumentaron un 75% respecto al mismo período del año anterior” (La Nación 08/02).

En este contexto, el Encuentro de Trabajadores impulsado por la asamblea del Hospital Posadas, convocando a todos los sectores en lucha, es un gran paso adelante para ir forjando la unidad, ya que peleando de forma separada no hay perspectiva de frenar los despidos, la precarización y de lograr paritarias dignas. Pero es necesario darle continuidad a ese encuentro e ir construyendo una herramienta más estable como puede ser una Asamblea Nacional de Trabajadores o un Centro Coordinador de las Luchas, para que desde ese organismo se defina un plan de acción y de lucha a nivel nacional, impulsando el clasismo, la acción directa y asambleas populares.

La izquierda, el clasismo y los sectores populares y combativos, estamos en condiciones de definir una agenda propia de lucha, de forma independiente de la burocracia y los sectores progresistas y conciliadores. En las jornadas de diciembre, centenares de jóvenes y trabajadores desbardaron a sus dirigentes timoratos y conservadores, la izquierda tuvo un importante rol protagónico, y la principal enseñanza, es que se demostró que es posible frenar el ajuste sin la burocracia. Eso no quiere decir que no hay que participar de las convocatorias de la CGT y la CTA cuando son progresivas en los reclamos, pero la única intención que tiene esa dirigencia en crisis es arrastrar a las masas para defender sus propios intereses o acumular para su proyecto electoral.

Pero la principal tarea de las organizaciones y grupos con intención revolucionaria, es bregar por la lucha política en pos de la revolución socialista. Y esa lucha NO es desde la lucha sindical, todo lo contrario. Como dice Lenin en el Que Hacer: “Al obrero se le puede dotar de conciencia política de clase sólo desde fuera, es decir, desde fuera de la lucha económica, desde fuera del campo de las relaciones entre obreros y patronos. La única esfera de que se pueden extraer esos conocimientos es la esfera de las relaciones de todas las clases y sectores sociales con el Estado y el gobierno, la esfera de las relaciones de todas las clases entre sí”.

Ante la profunda crisis institucional, de los partidos del régimen, de la burocracia sindical, la crisis económica que obligará al gobierno a profundizar más el ajuste, y el estado de animo de lucha y radicalidad de las masas, tenemos el deber de impulsar una intensa lucha por dotar a las masas de conciencia revolucionaria. Único camino de poder logar nuestro derecho a una vida digna y en libertad.

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